diumenge, 29 de desembre del 2013

EL SEMÁFORO


         Os voy a contar la historia de un semáforo que, sin querer y por esas cosas del azar, entró en mi vida y en la de mis amigas. Como podréis adivinar por mis palabras, no es un semáforo más de esos que sirven para cruzar la calzada, no, no. Para mi tiene un significado especial, forma parte de mi devenir cotidiano de los miércoles por la noche es más, es otro miembro de la pandilla.

         Está situado en un punto estratégico para nosotras. Testigo mudo y cómplice de nuestras charlas, de nuestras confidencias, de nuestras lágrimas y de nuestras risas. Nos contempla impasible cuando tiritamos de frío bajo su “copa” en las noches de invierno y cuando nos “asamos” de calor en las cálidas noches veraniegas de Xàtiva. Nos permite despedidas largas, cada vez más largas hasta hacerse interminables, celoso de nuestros abrazos y, sobre todo, de la alegría incontrolable de estar junto a las AMIGAS queridas.

         Una vez terminadas las eternas despedidas le dedico un guiño pícaro, él se pone rojo, amarillo, ¡chicas atentas! y verde.
 
                     MERCEDES GOROSTIZA